Meditación diaria para hoy Mayo 27, 2014
Meditación: Juan 16, 5-11
Jesús dijo que el “Paráclito” (el Espíritu Santo), convencería al mundo acerca del pecado, la justicia y el juicio. ¿Qué significa esto?
Para entenderlo, conviene saber que la palabra griega parakletos usada en el texto se puede traducir indistintamente como “consejero”, “consolador”, “defensor” o “abogado”.
El Espíritu Santo nos pedirá que nos apartemos del pecado y creamos en Cristo. El mundo niega la necesidad de un salvador, pero sin saberlo sufre por estar separado de Dios y no logra darse cuenta de que la mayoría de sus acciones son contrarias a la voluntad de nuestro Creador. La autosuficiencia es dañina, porque nos incita a independizarnos de Dios y al hacerlo caemos en la oscuridad del pecado y la autodestrucción.
El Espíritu Santo revela (por medio de la Palabra de Dios) los pensamientos y las actitudes de nuestro corazón. De modo que cuando nos presentamos con sinceridad ante nuestro Redentor, conocemos el poder de su preciosa Sangre que nos perdona y nos sana. Así somos transformados por la renovación de nuestra mente y, si Cristo vive en nuestro corazón, reflejaremos su gloria ante el mundo.
El Espíritu Santo quiere hacernos experimentar el amor de Dios y para ello se esfuerza, sin egoísmo alguno, por revelarnos a Cristo, porque es la presencia de Cristo en nosotros la que nos consuela. Cuando el poder convincente del Espíritu Santo nos lleva al arrepentimiento, brota del corazón el ansia de vivir unidos al Espíritu. Por eso, si sometemos nuestra voluntad a la guía del Espíritu Santo, ya no seremos nosotros los que vivamos, sino que será Cristo el que viva en nosotros y se revele al mundo.
Regocijémonos, pues, en el poder persuasivo del Espíritu Santo, porque mediante el arrepentimiento estamos unidos al Espíritu en su obra de revelar a Cristo. Juntos podemos ser una luz para nuestras familias, reflejando el amor y la luz de Cristo. Jesús en nosotros es la esperanza del mundo y, gracias a la acción del Espíritu Santo, Cristo se revelará a la humanidad.
“Ven, Espíritu Santo, convence al mundo del pecado, la justicia y el juicio. Abre mis oídos para escuchar tu voz. Renueva mi mente para que yo sea un reflejo del amor de Dios en el mundo.”
Hechos 16, 22-34; Salmo 137, 1-3. 7-8
Fuente: http://la-palabra.com/meditations/
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